En el pasado, con la existencia del servicio militar obligatorio o “mili”, los “quintos” eran los mozos llamados a incorporarse a filas cada año, lo que asimismo representaba simbólicamente su paso de la infancia a la adultez, permitiéndoseles fumar y beber y ganándose el respeto de sus mayores.

 

Manteniendo dicha denominación de “quintos”, y a modo de transición a la edad adulta, en Valdecaballeros se celebra el Sábado Santo el llamado Arco de los Quintos. A primera hora de la mañana, comienzan los mozos a cortar los pinos y recoger el monte bajo, utilizando dichos elementos para levantar en la plaza del pueblo el arco que da nombre a la festividad. Se adorna el mismo con hortalizas, flores y banderas de los propios quintos, bordadas a mano por las mujeres del municipio. La colocación de las banderas atiende a un sorteo previo. Construido el arco, hacen guardia en torno al mismo, para asegurarse que nadie pase debajo de él hasta que lo haga la Virgen Dolorosa, protectora de los quintos.

 

Posteriormente, tiene lugar la Procesión del Encuentro, en la que la imagen del Cristo, a la que acompañan los hombres, sigue un itinerario determinado, mientras que la imagen de la Virgen (portada por cuatro quintos) sigue otro diferente, siendo acompañada durante el mismo por mujeres. Confluyen ambos itinerarios en la plaza, produciéndose el anhelado “encuentro”.

 

A la mañana siguiente de esta procesión, los quintos van casa por casa vendiendo las flores y hortalizas que han empleado en la construcción del arco, celebrando posteriormente una comida con el dinero recaudado.